lunes, 8 de febrero de 2010

El patio


Miro hacia arriba, mientras apoyo mis manos en la baranda de madera. La luz y el color convergen en este espacio. Todos mis sentidos se concentran cuando salgo a respirar aire fresco. Paseo una y otra vez por entre la luz y la sombra. Lo rodeo y pienso. Observo. Es un centro, que mira hacia el cielo, al que se abre dejando pasar la lluvia, el viento y el frío. Mi frío. Cuando nieva, desde la puerta de una de las salas, veo caer los copos lentamente.

Y solo escucho el silencio, todo cuanto quiero oír. A veces, es interrumpido por el movimiento de los árboles, intensamente agitados ahí fuera. No los tengo aquí presentes, pero los siento cerca, casi puedo tocarlos. Me siento fuera y a la vez dentro, protegido. Inmerso en mis libros, en las habitaciones superiores que tantos recuerdos me hacen guardar. Ellas mantienen su intensidad presente. Son olores, texturas, sabores que hacen que salte en mí un recuerdo. Y ese recuerdo se mantiene recogido en este espacio. Todo se torna bello aquí dentro.

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